"Aunque no fui beneficiada con el sentido de la vista, siento que se me dotó de otros poderes, que he ido descubriendo poco a poco", asegura Nachi en su libro, en el que también se autodefine como una "adolescente muy intensa". "No soy como el común y corriente de los adolescentes: tengo poderes especiales que ayudan a ver el mundo de otra manera", asegura.

 

Entre otras cosas, tiene una enorme facilidad para identificar los tonos, por eso le gusta estudiar chino, porque en esa lengua una misma palabra puede significar diferentes cosas según la inflexión en el tono de voz. También tiene un poder especial que se llama "audición vestibular", que ella define como un sexto sentido que le ayuda a percibir las ondas sonoras que emiten los objetos cercanos. "Pero mi superpoder más asombroso es la intuición", afirma. Asegura que puede ver el interior de la gente. 

 

Explica, también, en este pequeño pasaje a la felicidad en forma de libro cómo llegó a desarrollar el sentido del tacto hasta convertirse casi en su principal sentido, en su mejor conexión con el resto del mundo. "El tacto es todo para mí", dice.

 

Nachi es imaginativa, libre y disciplinada, y siempre dispuesta a aprender. Así se define en este libro, ella misma y sus padres y profesores, además de otra serie de personas que hablan de su experiencia junto a Nachi a lo largo de estas 140 páginas.

 

Su recorrido vital aún es breve, pero muy fructífero. Su fortaleza, además de ella misma, son sus padres, que lejos de sobreprotegerla se propusieron que lograra ser feliz por sí misma, libre, independiente, como cualquier niña de su edad. A veces se hizo duro, dice Nachi, pero ha sido muy positivo.

 

En una conversación con ella, nos relata cómo es su vida en España y por qué vinieron toda la familia: "Llevo aquí un año y estoy terminando 1º de bachillerato. Mi hermano pequeño tiene cinco años, y tuvo un problema grave de hígado. Como mis abuelos son españoles tenemos doble nacionalidad chilena y española, así que mis padres decidieron que viniéramos a España para que mi hermano recibiera un trasplante de hígado. No es que en Chile la sanidad no sea buena, pero España es un país tan experto en trasplantes... Ahora mi hermano ya está mucho mejor. También tengo una hermana de 10 años, Rafaela".

 

 

El colegio es hoy por hoy una parte fundamental de su vida, y aún le quedan estudios por ampliar. En Chile tuvo grandes experiencias junto a otros niños, empezando por el jardín de infancia llamado Mandarino, donde los responsables en una ocasión vendaron los ojos a los demás niños para que sintieran de alguna manera lo mismo que Nachi. 

 

Y continuando por otras escuelas donde vivió experiencias de todo tipo, incluso un acoso escolar que le llevó hasta un delicado proceso de depresión que tuvo que superar. Pero los problemas escolares no fueron los únicos responsables de esa depresión, quizás fue peor la edad, el comienzo de la adolescencia, cuando Nachi quiso ver más y no se daba cuenta de todo lo que veía. Así nos lo cuenta ella misma: "Yo soy no vidente de nacimiento, y nunca me había preguntado por qué me había ocurrido eso a mí. En la adolescencia, me lo empecé a cuestionar, y por qué no podía hacer muchas cosas que otras personas sí podían hacer. Recuerdo que estaba en la playa donde veraneamos en Chile y me preguntaba por qué no podía hacer cosas como jugar al tenis, o mirarme al espejo, empecé a ponerme cada vez más triste, a aislarme un poco y a deprimirme. Tuve que ir al psiquiatra y estuve con medicamentos un año, hasta que me di cuenta de que si yo quería que la gente me quisiera, tenía que quererme yo primero. Tardé un poco en aceptarme como soy, que soy no vidente, pero entonces pensé que a lo mejor podía ayudar a otros jóvenes y tal vez mi libro les pudiera ayudar".

 

También fue en la escuela donde libró su primera batalla como 'activista' por los derechos de las personas con discapacidad, y la ganó. Ocurrió en el aula, cuando repartieron los exámenes del SIMCE (Sistema de Medición de la Calidad de la Educación) entre todos los alumnos. Menos ella. "Me sentí fatal", escribe Nachi en su libro. El examen no estaba adaptado y le dijeron que no se preocupara, que no tenía que hacerlo. "Creo que ese fue el primer día de mi vida en que tomé conciencia de que yo tenía los mismos derechos que todas las personas y de que, lamentablemente, el resto no lo entendía así". 

 

Junto a sus padres pusieron en marcha un proceso justo que terminó con la aprobación de una ley que acababa con esta discriminación. Nachi empezó a hacerse famosa. Y sigue siéndolo. Ha logrado llegar a muchos escenarios y su voz se escucha con claridad, feliz. Así nos lo cuenta: "Empecé a dar conferencias en Chile para los jóvenes, porque creo que los jóvenes somos el futuro de la sociedad, y en empresas y entonces muchos me dijeron que por qué no escribía un libro o tal vez un blog, porque creían que tenía mucho que contar. De ahí surgió la idea de escribir un libro para ayudar a otras personas a ser felices, porque yo creo que la felicidad está muchas veces muy al alcance de la mano y no nos damos cuenta. De momento no tengo blog, lo he querido hacer varias veces, pero nunca he tenido tiempo. También me gustaría dar conferencias en España. Ya me han pedido algunas, sobre mi libro".

 

 

Su viaje hasta España ha resultado ser un descubrimiento, pues asegura que aquí tien más  ventajas: "Estoy muy contenta porque me he adaptado muy bien tanto a los estudios como socialmente. La inclusión educativa en España es muy buena. En Chile ha costado un poco de trabajo incluir el braille en la educación, no hay entidades como Fundación ONCE y existen pocas facilidades para las personas ciegas, sólo hay algunos libros que el Ministerio de Educación facilita en braille a los colegios públicos, pero yo estudiaba en uno privado y no tenía estas facilidades. En España, todas las personas ciegas tienen las mismas oportunidades, yo nunca había tenido todos mis libros en braille antes de empezar el curso y este año ha sido posible. Además, tengo un tutor que viene una vez a la semana al colegio para preguntarme si me falta algún material. En cambio, en Chile mi profesora particular tenía que elaborar todos los materiales educativos con una máquina Perkins".

 

Ahora termina un curso y le queda otro antes de elegir la especialidad universitaria. No lo tiene muy claro, pero tampoco parece preocuparle: "Soy cambiante, primero pensé en ser zoóloga, porque me gustan mucho los animales, tengo un hurón de mascota. Después, con todo el tema de la depresión, pensé en ser psiquiatra para ayudar a la gente, creí que era mi verdadera vocación, pero en Chile no se puede, porque hay materias que solo pueden estudiar las personas videntes, como la disección, porque para ser psiquiatra hay que ser médico cirujano He elegido el bachillerato de humanidades, y seguramente estudiaré Derecho, creo que es una buena carrera base, y además con las leyes podría ayudar a otras personas no videntes, como en el caso de la que se aprobó en Chile para hacer accesible el Simce. Quién sabe, a lo mejor tal vez un día sea juez".

 

Ignacia Picas es ciega de nacimiento y, a pesar de su corta edad, se ha convertido en la persona ciega más famosa de Chile ya que ha logrado cambiar leyes para mejorar la calidad de vida y la educación de los niños ciegos. En 2011 fue elegida como caso de excelencia en el uso de la tecnología en todo el mundo por parte de Microsoft en su Foro Mundial de Educación realizado en Washington. En 2012 recibió el premio internacional Diana Award, concedido por la Fundación Diana de Gales en Londres a los jóvenes que realizan acciones importantes por otros jóvenes, así como el galardón a una de las 100 jóvenes líderes de Chile otorgado por el diario El Mercurio y la Universidad Adolfo Ibáñez. En 2014 ha sido premiada con el Bright Future Awards de Scotiabank Canada, que reconoce el trabajo voluntario de la juventud en sus comunidades. Es conferenciante internacional de motivación en todo tipo de foros.